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Nos seguimos?

Samantha

Capitulo 3. por Michael

- ¿Te molesta si me siento un rato en el salón grande que tienes? Necesitaba estar solo, en este lugar.
- Puedes estar dónde quieras, lo sabes.
- Collin... - susurró Samantha mientras daba un paso más hacia él.
Mantén la cara normal... No demuestres cuanto te afecta esto...
- Hoy, es un día especial, Michael. No se si recuerdas que una vez te conté que yo antes estuve prometido con una chica.
- Si lo recuerdo. - le contesté. Reucerdo cada maldito día de mi vida que él la vio primero. E inconcientemente el amor de mi vida me refriega por la cara cada vez que la veo que ella sigue enamorada de él.
- Samantha... - mas que decirlo, mi abuelo parecía saborear su nombre. - era una chica muy dulce. Completamente inocente y dispuesta a darle una oportunidad a todos. Yo caí rendidamente a sus pies desde la primera vez que la vi. - Entonces viene de familia, pensé irónico. - Llevaba un vestido color rosado, que lograba resaltar aun mas sus labios, el color celeste de sus ojos y el chocolate de su pelo. Era hermosa.
- Tu llevabas un traje y parecías querer ponerte tus jeans, una chaqueta de cuero y escapar en moto, Collin Dysart. -  le dijo risueña Samantha, aunque ambos sabemos que no la escucho.
- A mi no se me daban las chicas así, ¿sabes? tan tiernas y tan jovenes. - se río mi abuelo. - Yo era el típico motero de esos años, pero estaba empezando a estabilisarme, era lo que tenía que hacer. Y en cambio ella era... perfecta. En ese entonces yo tenía 22 años, era todo un hombre pero aun estaba muy joven para casarme. Y de repente la vi, y me dije: "Hombre, ella es la correcta. Y si no lo intentas si quiera te arrepentiras por el resto de tu vida."
- ¿Qué hiciste? - le pregunté mientras nos sentabamos en el living.
Llamenlo masoquismo, pero sentía curiosidad.
- Oh, fue muy tonto. Tomé una flor de un jardín que había en el camino y me acerqué a darsela. Le dije algo así como: "Un poco de belleza para la flor mas bella", y sin embargo ella, en vez de fijarse en la flor me dijo: "Oh, mira, una chinita" y se puso la flor en el pelo después de sacar a la chinita y mirarla con cara de adoración.
Las chinitas son los insectos preferidos de Samantha.
- No pude evitarlo. Si solo me hubiese dado la flor no lo hubiese tomado en cuenta, pero era una flor con una chinita. - me dijo Sam con las mejillas coloradas. Como disculpandose. Enarqué una ceja para molestarla y seguí escuchando a  mi abuelo.
- Después de eso fue fácil entablar conversación con ella. Tenía 17 años y pintaba y dibujaba precioso. Hubiese sido una artista. Estubimos viendonos once meses hasta que le pedí que fueramos novios, y después de eso pasaron nueve meses hasta que pedí su mano en matrimonio. Quería que disfrutara cada momento, cada suspiro de la relación. Que se enamorara de mi tanto como yo lo estaba de ella. Llevábamos dos meses comprometidos cuando ella cumplió los 19, después de eso, solo teníamos que esperar un mes y nos casaríamos. Era la boda del año. Con Sam habíamos decido comprar esta casa, queríamos tener ocho hijos, dos gatos, y muchos perros y otros animales.
- Y queríamos un fantasma para poder contar historias cuando fuesemos viejos. - suspiró Smantha, conmovida por las palabras de mi abuelo. - Pero nunca pensé que el fantasma sería yo.
Disimuladamente para que mi abuelo no se diera cuenta, golpié con mi mano al lado de donde estaba sentado. Samantha entendió de inmediato y fue a sentarse a mi lado.
- Tenían todo planeado. - le dije a mi abuelo mientras sentí como Samantha apoyaba su cabeza en mi hombro.
Es extraño, pero yo si puedo verla, oirla, tocarla, oler su perfume cada vez que se acerca...
- Si. Ella era mía y yo de ella, Michael. Murió una semana antes de la boda. Era de noche, y Samantha había ido a ver a una amiga a su casa. Un maldito borracho iba pasando por ahí en vehiculo a mucha velocidad y la mató. Su vida, mi vida, se fue en ese momento Michael. Fue horrible. Horrible porque yo solo estaba a dos cuadras y quería darle una sorpresa y vi todo. Todo. Y cuando llegué a su lado era muy tarde. - ver como mi abuelo se derrumbaba fue lo peor. Me puse a su lado de rodillas y lo abracé para consolarlo. Podía entender perfectamente como se debió haber sentido. - Hoy se cumplirían 50 años de matrimonio, si nos hubiesemos casado. ¿Sabías que el nombre te lo puse yo? - me preguntó de un derepente.
- Eh... creo que algo me dijo Nona. - le respondí.
- Era el nombre favorito de Samantha. - me explicó. Miré a Samantha, quien parecía sufrir por la pena que sentía mi abuelo. - Ella quería ponerle a todos nuestro hijos Michael, fuesen hombres o mujeres. Y que después todos nuestros nietos se llamasen Michael, también. Incluso - se río. - solía decirme Mickey. Cuando tu naciste tus padres me dijieron "Por qué no le pones tu el nombre", y con tu Nona solo necesitamos mirarnos a los ojos para estar de acuerdo.
- ¿Nona también lo sabía? - le pregunté soprendido.
- Tu Nona, Michael, fue la mejor amiga de Samantha.

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