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Nos seguimos?

3º regalito (inedito contado por Gabriel obiamente xD)

- Te lo diré más claro. Los tirfenios son… hijos de brujos… y vampiros.
La miré tranquilamente, ya que ya me había hecho la idea de que Danna si o si tenía algo que ver con los vampiros.
¿Bebería sangre? ¿Me daría miedo que lo hiciera?
Mmm…
Tenía que admitir que si Danna quería le ofrecía mi cuello con tal de poder estar cerca de ella.
- ¿Tú eres una… tirfenia? – le pregunté después de un rato en el que me imagine muy vividamente lo que sería tener a Danna con sus labios en mi cuello, por lo que al final la voz me salió un poco rara.
Ah… Gabriel, por favor, ¡contrólate!
- Si. – me susurró tan bajo que tuve que hacer un esfuerzo para escucharla. Me estaba dando la espalda, por lo que no me había visto la cara hace un momento. Por suerte.
Después de todo, prácticamente soy un hombre hecho y derecho, no me podía culpar por pensar… cosas.
Y pensar en eso hizo que me acordara de las tantas advertencias de su hermano.
- Pero Vicent es un vampiro. – afirmé. De eso estaba seguro. Sabía lo suficiente como para entender que brujo no podía ser.
Eh… Creo.
- ¿Cómo lo sabes? – me preguntó sin darse la vuelta.
- No viene cuando hay mucho sol… - comencé a decirle. - Y casi nunca lo vemos comer. Bueno… - ¡es vampiro, idiota!, como podía decir algo tan tonto - no comida… esto… supongo que entiendes a que me refiero.
- Si. – se río sin ánimo. - te estas tomando esto con mucha tranquilidad – parecía casi una acusación.
- Me hubiese sorprendido si me hubieses dicho que eres humana. – intente responderle relajado.
- ¿Ah, si?
- Naturalmente. – le dije como quien no quiere la cosa.
- Estás loco. – me respondió mientras al fin se daba la vuelta y me miraba a los ojos.
Si yo creía estar sufriendo con todo esto… al mirar a Danna a los ojos noté que ella lo estaba pasando incluso peor que yo.
Se veía tan asustada…
- Estoy enamorado. – le respondí mientras me encogía de hombros. Si estaba insegura respecto a mis sentimientos, aunque lo dudo, esperaba que con eso se pudiera tranquilizar un poco.
Aunque quizá lo que le pasaba era que aun no estaba preparada para todo esto, después de todo es menor y a un amigo le había pasado eso.
No es que mi amigo se hubiese enamorado de una tirfenia, pero le había gustado una chica mas joven.
Me comencé a poner un poco nervioso aunque intente seguir aparentando tranquilidad.
Si Danna no se sentía cómoda…
Lo mas importante para mi va a ser su felicidad. Siempre
Vi como Danna se acercaba lentamente hacia donde estaba sentado, Parecía de esos servatillos asustados por las luces de un camión en plena carretera.
Al final se sentó al lado mío pero a bastante distancia.
- ¿No vas a salir corriendo? – me preguntó nerviosa.
¿Eh? ¿Qué no había entendido nada de lo que yo…?
¿No estaría asustada por eso o si?
Porque era ridículo, ciertamente.
Yo la amo. Si en la noche se convertía en un dragón de tres cabezas… era un detalle. La seguiría queriendo igual.
No pude evitar que una tonta sonrisa se comenzara a extender por mi rostro.
- No. – le respondí mientras comenzaba a reír estúpidamente. - ¿Era eso lo que te preocupaba?
Al mirarla a los ojos supe que si, que era eso lo que la tenía tan asustada.
Miedo a que yo me alejara de ella.
Una idea absurda, obviamente. Yo había nacido para estar con ella.
- Pues… - comenzó a decirme sin embargo se cortó de inmediato al sentir que la rodeaba con mis brazos, algo que llevaba queriendo hacer desde el primer día que la vi.
- A veces eres tan tonta. – le comencé a decir lleno de felicidad. - No se si lo has entendido o no Danna, pero no me importa si tienes tres ojos, o si eres verde, o si mutas y te transformas en una cosa gigante y un poco bruta… - era gracioso imaginarse a Danna, tan pequeña, siendo bruta. - A los pocos días de haberte conocido, pasaste a ser lo más importante para mí. No me voy a ir… Al menos que quieras que lo haga. – y esperaba que no lo quisiera. Eso me mataría.
- Debería… Aunque no quiero que lo hagas. – me respondió mientras hacía la cosa más simple y más dulce que pudo haber hecho en ese momento: apoyó su cabeza en mi pecho mientras la abrazaba. Froto un poco su nariz y luego suspiró. – Pero debería hacerlo.
- ¿Por qué? - ¡No!
- Porque… - dudó un momento. - bueno, mi familia esta compuesta por brujos y por vampiros, y es peligroso que estés conmigo.
¿Cómo es que no puede entender que yo la amo completa? Si hay hasta duendes en su familia… sería parte de ella, y yo lo aceptaría.
- ¿Me harías daño deliberadamente? – le pregunté. - ¿Me sacarías el corazón a media noche? Porque eso no sería necesario… ya es tuyo. Sin ti se muere, Danna. - ¡Wow! Que cursi estoy. - Así que si es eso, descuida. Tienes derecho de hacer con él lo que quieras. – pero por muy cursi que suene, es la verdad.
Sentí que la respiración de Danna se agitaba un poco antes de decirme:
- ¿Quién es el tonto ahora?
- Te estoy dando opciones de porque podría ser peligroso estar contigo. Y como te darás cuenta, no me interesa ninguna.
Quizá otra persona podría pensar que estoy loco, pero yo llevaba enamorado de Danna después de dos días de haberla conocido.
Y tenía que ser así, es decir, para mi lo estúpido sería no quererla.
Perfectamente podía morir tranquilo si antes era un tiempo feliz con ella.
- Gabriel… - comenzó a decirme.
- No, es enserio. – la interrumpí. Quería que entendiera de una vez por todas lo que ella significa para mí. Con mucho cuidado tomé su lindo rostro entre mis manos para poder mirarla a los ojos - Estar sin ti una vida entera… - me estremecí mentalmente de solo pensarlo. - no sería vida. Podría tener de todo. Dinero, mansiones, poder, mujeres… Lo que se te ocurra. Pero cambiaría todo eso, daría todo lo que tengo… y más, mucho más, por estar solo un minuto contigo, así. O por escucharte decir que me quieres. – Ella no me había dicho que no, pero aun no me decía que si, no se si me explico.
Vi como esos preciosos ojos grises que me tienen loco se oscurecían un poco y se volvían más brillantes al decirle eso.
- Te quiero. – me respondió con su dulce voz un poco mas profunda de lo normal. - Mucho. Tanto que a veces siento que voy a explotar. – me había hablado seria, pero una risita tonta la hecho a perder y a mi me llegó a lo mas profundo.
Me pregunto si Danna entendería que esos eran nervios.
No pude evitar, y la verdad es que tampoco quería, tener una sonrisa enorme en la cara y mirarla con todo el amor que siento por ella.
Y como siempre, sentí ese estrujón en el pecho que me ocurre cada vez que la miro o estoy cerca suyo.
- ¿Danna…? – una idea comenzaba a cruzarse por mi cabeza.
- ¿Si…?
- No explotes.
Entonces la besé.
Yo intenté, juro que lo intenté, que fuese un beso suave, como debe ser un primer beso, pero en el momento en que mis labios rozaron los de Danna todas mis intenciones se fueron a la mierda.
¿Y cómo no? Si estaba besando a Danna, ¡a mi Danna!
Llevaba tanto tiempo soñando con poder tenerla así… entre mis brazos y besándola.
Merecía un poco de comprensión. Sus labios sabían como a fresas y a algo más que me tenía medio loco.
Y no era solo yo. Ella estaba exactamente igual. Sus labios se movían tan desesperados como los míos, una de sus manos me acariciaba el rostro y con su otro brazo me había rodeado el cuello, y eso, definitivamente, no iba a lograr que me tranquilizara.
Pero, además de ser un beso fuerte, también era tierno. Porque a pesar de todo yo intentaba decirle, sin palabras, lo mucho que la amo y lo que significa para mi. Y se que ella intentaba decirme lo mismo.
Y no es por creerme el cuento de que me quiere porque si o algo por el estilo. No.
Es por el simple hecho de que ella me pertenece… y yo le pertenezco. Para siempre.

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